dijous, 22 de març del 2012

pintura de pompeya

2.- La pintura
Un elemento esencial de la decoración, la pintura, revestía en Pompeya una importancia de primer orden, como se puede observar visitando las ruinas y admirando las numerosas obras que aún adornan los ambientes originales. Con una acertada decisión, a partir de una determinada época, los arqueólogos prefirieron dejar en el lugar las pinturas halladas, en vez de separarlas de las paredes y transferirlas a los museos, permitiendo así apreciar de manera más completa su refinación y su gusto. 

La pintura pompeyana se divide en cuatro estilos que abarcan distintas franjas temporales. En el primer estilo, situado cronológicamente entre el 150 y el 80 a.C. y llamado "de incrustación", aparece una decoración que retoma los elementos constructivos característicos de la arquitectura pública y privada: las paredes se adornan con zócalos, pilares, columnas o frontones de estuco pintado con colores vivaces. Esta pintura tiene sus orígenes en la greco-helenística.


También en el segundo estilo, que tuvo su difusión, aproximadamente, entre el 80 a.C. y el final del periodo augústeo, y llamado "arquitectónico", aparecen numerosos elementos de la arquitectura que, sin embargo, ahora se juegan fantasiosamente en perspectivas, a veces audaces, y sobre varios planos que evocan inmediatamente los complejos escenarios utilizados en el teatro de la época para crear la ilusión de espacios más amplios o, incluso, abiertos hacia el exterior: típicas de este estilo son las espléndidas pinturas que representan paisajes o jardines poblados de animales y ornamentados con fuentes que "duplican" el espacio real, proyectándolo en un fascinante mundo imaginario. Decididamente menos tendiente a la ilusión óptica es el tercer estilo, conocido como "egiptizante" y presente en el periodo que va de los años que siguieron a la muerte de Augusto (14 d.C.) al 62 d.C., cuando la ciudad fue asolada por el sismo. 

Aquí, las estructuras arquitectónicas pierden el papel de primer plano que tenían antes, y se transforman en marcos que encuadran las escenas pictóricas centrales, que representan personajes o episodios tomados generalmente de la mitología, con un contorno de otras pinturas, muchas veces en miniatura, en las que aparecen figuras humanas o mitológicas y vistas paisajísticas decoradas con ornamentos de inspiración egipcia.



 Luego, hasta la erupción del 79 d.C., en Pompeya domina el cuarto estilo, el ornamental: se trata de un arte que se caracteriza por el uso de colores muy vivos, que retoma varios elementos típicos del segundo y del tercer estilo, en los que prevalecen los motivos fantásticos, ilusionistas y mitológicos, acompañados por una ornamentación sumamente rica que refleja fielmente el lujo y la elegancia de las moradas en las que aparece.

    



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